Hoy es 14 de abril

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Hoy es 14 de abril. Para mi es un día como cualquier otro, bueno, quizás no porque mi Atleti eliminó ayer de la Copa de Europa al todopoderoso Barcelona y todavía me dura el subidón, pero para muchos de mis amigos y familiares, a los que quiero mucho, pero con los que no estoy de acuerdo en cuanto al sistema de gobierno de España, es un día para inflar la leyenda a costa de la verdad histórica y para escenificar el revanchismo de los que perdieron la guerra.
Éstos, ya os digo, entre ellos muchos amigos y familiares a los que quiero y aprecio mucho, colgarán sus banderas tricolores por todas partes, tratando de aparentar que son mayoría. El silencio de la mayoría les ha dado alas durante muchos años y ahora sienten que ha llegado la hora de reivindicar la herencia de aquella Segunda República nefasta que tanto dolor y tanta sangre trajo a España.
Frente a los que quieren deslegitimar nuestro orden constitucional apelando a paraísos que nunca existieron, me gustaría que vieran que la mayoría de los españoles no deseamos conmemorar uno de los períodos más desastrosos y violentos de nuestra historia, que desembocó en una mortífera guerra civil cuyas secuelas se empeñan todavía en que sigamos padeciendo.
Los que me conocéis sabéis que soy siempre muy respetuoso y que ante todo soy demócrata, pero no me voy a callar, porque no quiero que nadie me imponga una ficción ideológica, excluyente y maniquea de lo que sucedió durante la Segunda República. De hecho, ya lo están intentando en muchos medios como prensa, radio, televisión y con bastante fuerza también en las redes sociales, sobre todo aquí, en Facebook.
La verdad es bien distinta de la que cuentan. La Segunda República, para los que no lo sepan todavía a estas alturas, se proclama en 1931 tras unas elecciones municipales que ganaron los partidos monárquicos. Y no había cumplido un mes cuando se desencadena la quema de iglesias, conventos y colegios religiosos.
El odio religioso, llevado al extremo del saqueo y la profanación, fue un fenómeno recurrente durante los años de la Segunda República.
También lo fue la violencia con la que marxistas, anarquistas e independentistas trataron de alterar el orden constitucional recién inaugurado entonces. Los golpes de Estado de las izquierdas y los nacionalistas previos al alzamiento del general Franco dan una muestra del ambiente prebélico que se respiraba en aquella “arcadia” republicana:
El mismo 14 de abril, Lluís Companys, un sedicioso traidor al que le tienen dedicado incluso el Estadio Olímpico de Barcelona, causante de cientos de muertos, líder de ERC, proclama el estado catalán de manera unilateral. Horas más tarde, Francesc Macià proclama la república catalana. ¿Os suena?
En enero de 1932 se produce la primera insurrección anarquista y año siguiente, en 1933, la segunda.
En octubre de 1934 y para evitar que gobiernen las derechas de la CEDA, ganadoras de las elecciones, el PSOE, apoyado por la CNT, da un golpe de Estado que fracasa en Madrid y Barcelona pero triunfa en Asturias, donde adquiere proporciones de revolución.
Aprovechando la revolución de octubre en Asturias, Companys y Macià vuelven a proclamar el estado catalán.
En febrero de 1936 se celebran las últimas elecciones generales democráticas en un clima de enorme tensión social y política.
Entre las elecciones de febrero y el alzamiento, se produjeron en España 444 asesinatos, 1593 heridos, 440 iglesias quemadas y destruidas y más de 2000 huelgas.
A esta Segunda República vuelven los ojos con embeleso los que hoy, 14 de abril, se pasearán por las calles exhibiendo la tricolor o colgándola de la balconada del ayuntamiento de turno.
Inaugurarán plazas con nombres republicanos cantando “La Internacional”, inundarán las redes sociales con eslóganes revolucionarios. En fin, como todos los años.
Sólo que este 14 de abril es diferente por la situación que atraviesa España, que muchos interpretan como el derrumbamiento del que llaman el “régimen del 78”. Quieren asestarle el golpe definitivo, y trabajan incansablemente por dinamitar lo que tanto trabajo costó construir.
A diario cuestionan nuestra democracia, nuestra Constitución; aplauden los ultrajes a la bandera de todos, la que nos une, la bandera nacional; se alían con los independentistas para desmembrar la unidad de España y quieren acabar con nuestras tradiciones; atacan nuestra libertad religiosa porque, por suerte, ya no pueden quemar iglesias.
Pero como decía al principio, seguiremos siendo tan amigos, porque estamos en un país libre y podemos opinar, gracias a la libertad que consagra nuestra Constitución podemos expresar todos de manera pacífica nuestras opiniones y aunque no compartamos las mismas ideas debemos seguir siendo tan amigos como siempre. Hoy en día la cuestión no es ya monarquía o república, porque todo está atado y bien atado, no os engañéis; es democracia o dictadura, y a pesar de los pesares, con todos los fallos del sistema y con toda la manga de ladrones que están saqueando el país, seguimos teniendo el mejor sistema, que eso sí, es susceptible de ser mejorado. Somos un gran país y así lo ven la mayoría de los extranjeros que nos visitan por millones todos los años, seguimos siendo nosotros mismos los que peor opinión tenemos de nosotros mismos.
España vale la pena coño, ¡¡Viva España!!